..:: BIENVENIDOS ::..

 

domingo, 14 de febrero de 2010

Fiesta de la Candelaria: La parada impresentable [[Tradiciones.Tk]]

Estamos culminado una festividad más de la Virgen de la Candelaria, y nos disponemos a dar al cuerpo sosiego, para el próximo año que nuevamente inquietaremos los bríos catárticos y catatónicos de nuestros glóbulos y su desenfrenado latido. Sin embargo lo que al parecer irá empeorando será la organización de la festividad, que este año ha dejado mucho que desear principalmente en La Parada del día lunes 08 de febrero, donde por desidia de nuestras autoridades principalmente de la Municipalidad Provincial de Puno, y la Federación Regional del Folklore fue un caos, que nada tuvo de presentable en términos de orden e imagen de difusión de la Fiesta, con seguridad sucedió lo contrario de desanimar a muchos visitantes a promocionarnos o animarlos a que vuelvan a Puno.

Quien escribe estas líneas en el año 2008 en febrero precisamente había incidido en más de tres artículos continuos en este mismo medio escrito sobre la necesidad de debatir respecto a los espacios públicos y privados para encauzar mejor un evento como la parada, y ello en razón de que alguna vez participamos en un debate en La Paz Bolivia, respecto a la entrada del Gran Poder, donde fuimos invitados para conocer las experiencia peruana, allí entre arquitectos, antropólogos, folkloristas, urbanistas y representantes del clero, se vio integralmente un problema que a todos interesaba, que era establecer la nueva ruta, la forma de control y delimitación de lo que es público y privado en materia de un desplazamiento ordenado de personas unas espectadoras y otras que danzan en un evento que iba creciendo como nuestra Fiesta de la Candelaria. En Puno nunca se hizo este debate, el criterio de los directivos de la Federación Regional del Folklore estuvo siempre subordinado al interés de las cervecerías o al puro espectáculo como lo fue también para el caso de la Municipalidad Provincial de Puno, sin prever que cada año la gente visitante aumenta, que las comparsas de danzantes también se amplían, que hay que brindar seguridad a los danzarines, que hay que mentalizar en la gente que se trata de un concurso donde se debe respetar a los que bailan y no molestarlos para fotos, invitarles bebidas, jugar con espuma en el escenario del desplazamiento de la danza, eso no importó.

Cabalmente el que se tenga que cambiar estas cosas es lo impostergable, no basta con que ahora no pase La Parada o Veneración de la Virgen por la Plaza de Armas, es necesario convenir en el uso de los espacios privados y públicos que en buena cuenta significa qué área es desplazable para el público, y que área para los danzarines, y poder delimitar como se hace en Bolivia con rejillas que proporciona La Municipalidad y Serenos que cada 20 metros controlan que nadie entre al espacio donde los danzarines se desplazan, ni siquiera periodistas, ni fotógrafos que deben estar ubicados en sitios donde los organizadores delimiten dentro del espacio de los espectadores. Este control y delimitación es importante porque sino simplemente es un desorden donde no hay nada de presentable de parte los organizadores y todo el mundo es contagiado por el caos de la venta, de los danzantes que hacen traspiés en la coreografía, en el cruce de cerveza que no se prevé su evacuación, y todo ello es todavía más intenso si es que por los organizadores se produce los prolongados vacíos, en que por varios minutos hay que esperar al otro conjunto que pase por el escenario, como de modo inexplicable este año ha sido clamoroso.

Hay que ser hidalgos en reconocer errores, no basta con que la festividad haya terminado, más bien contrariamente recién empieza para quienes tienen que ver con la organización de dicha fiesta, y la responsabilidad de que sea mejor, es necesario que se tenga que poner las barbas en remojo, es decir que se haga mea culpa, que se corrija los errores, que se debata estos aspectos por quienes sean los llamados a definir estos desplazamientos, que se vea el asunto de la verdadera veneración, no basta con decir que en Puno nosotros somos mejores porque la Candelaria es una fiesta religiosa y que en Bolivia sólo se baila porque es un simple carnaval, el asunto va en la calidad de organización y en qué evento es el más presentable en términos de hacer agradable y ordenado al público con las implicancias de la imagen que significa ello.

Se debe debatir el aposento de la Virgen de la Candelaria, los límites de las cervecerías en cuanto a no trastocar la esencia de la veneración, se debe definir a través de un reglamento las sanciones para los conjuntos que no pasen en su oportunidad, o en el orden que están programados, no basta con descalificarlos, se debe ver el asunto de los vendedores ambulantes que deben respetar el espectáculo y desplazarse en un área determinada, el control de los señores policías, serenos, en suma debemos guardar proporción al nivel de hacer el mismo esfuerzo para lanzar la Fiesta de La Candelaria en Palacio de Gobierno al lado del primer mandatario y se difunda a nivel internacional, con lo que los organizadores van a ofrecer al público principalmente visitante en cuanto a orden, calidad, y cultura, ya que si convenimos que esencialmente La Candelaria es una expresión cultural hay que demostrarlo en toda su integridad.

Los próximos años nos impetran un reto mayor en cuanto al encauzamiento, desplazamiento y difusión de la fiesta, nuestra mayor carta de presentación que tenemos los puneños y mejor costumbre pluricultural no puede quedarse en la desidia, o en el agazapamiento de intereses personales, y mezquinos, ello no sólo es una torpeza en términos de crecimiento turístico que es ya decir bastante, sino en términos de desarrollo social y cultural, en tiempos donde se vuelve la mirada hacia lo más auténticamente nuestro, donde la gente viene a compartir las expresiones ancestrales y coloridas y lo que debía ser un gran espectáculo, es nublado por el desorden, la banalización, monotonía, y encima de ello la inseguridad, es necesario alzarse desde la autoestima de puneños con la más mínima dosis de reencauzar en su aceptabilidad una fiesta que puede ser más grande y más redimible para todos nosotros.